La oficina

Los oficinistas atendían a los clientes susurrando a través de los comunicadores que llevaban implantados en su maxilar inferior. Se sentaban en sillones ergonómicos, reclinados cómodamente, iluminados por las pantallas holográficas necesarias para el trabajo. Un manojo de cables conectaba cada uno de los asientos con la parte posterior del cráneo; el conector permitía realizar operaciones con el pensamiento. Los doce estaban alineados perfectamente, tres filas de cuatro trabajadores.

Los datos fluían por la sala: se administraban, se comprobaban, se vendían, se compraban e, incluso, se enmascaraban y ocultaban. En ese mar de datos una línea de comunicación privada surfeó conectando la posición 1.4 y la 3.2.

—¿Lo has oído, 3.2? se rumorea que nos van a auditar. La hemos jodido.

—¡Mierda! Si nos pillan estamos muertos. No se van a limitar a despedirnos. —3.2 lanzó un programa de enmascaramiento. Si alguien les estaba espiando se encontraría con una colección infame de reggaetón—. ¿Tienes idea de quién va a ser el auditor?

—Firelight2005 —respondió 1.4 secamente.

3.2 se quedó helado. Sus manos apretaron los brazos del sillón.

—¡Joder, joder, joder! Ese tío es un sabueso. Se folló a todo el departamento de urbanismo de la ciudad. Acabaron todos en la calle.

—¿Eso es lo que te preocupa? ¿que te despidan? Firelight2005 es un tiburón. Sabes que lo qué hemos estado haciendo no se va a arreglar con un despido. Ni siquiera con una multa. Si le han escogido a él, es que van a por todas.

—¿Qué quieres decir, 1.4? —Asustado, 3.2 lanzó un gusano para eliminar los registros de la conversación y una sanguijuela para drenar su cuenta y transferir los créditos a otra segura—. Todo el mundo ha oído historias, pero de ahí a que sean ciertas…

—Por curiosidad, ¿qué sabes de ese tío? —A 1.4 se le abrió un chat de texto. Sus dedos se deslizaban sobre las luces de la pantalla en una conversación paralela. Necesitaba las manos para mantenerla fuera de su cerebro.

—Pues un poco de la leyenda: Un pirata de la red que hizo fortuna durante los años veinte. Varias corporaciones se aliaron para lanzar un ataque conjunto contra él. Inició una carrera de huida en la red: limpiando datos, encubriendo su rastro y despistando con clones de identidad. Le lanzaron los programas más avanzados que tenían. Evitó a varias subrutinas asesinas que buscaban freírle el cerebro, las pirateó y las lanzó contra sus perseguidores. Después de casi dos días de caza había dejado un rastro de cadáveres con el cerebro oliendo a patatas fritas.

»Pero bueno. Cuando las compañías más cabronas se juntan contra ti está claro que, tarde o temprano, tu culo va a ser suyo. El tío se tuvo que ver muy pillado y decidió entregarse al gobierno y hacer un trato: inmunidad a cambio de trabajar para ellos. ¿Tú sabes algo más del tipo?

—Bueno. Sabía que era un hueso duro del gobierno. Lo de las muertes suena un poco a leyenda negra. A hombre del saco. Además solo hemos vendido unos datos a una empresa privada.

—¡No me vengas con esa mierda, 1.4! Hemos movido datos de defensa de un contratista del gobierno a un independiente. Además, te puedes imaginar a quién se lo venderá el independiente. Alégrate si acabamos en la cárcel.

—Vale, vale… Oye: te paso un programa de sigilo. Ejecútalo en tu ordenador, así borrará el rastro de datos.

—Vaya, este programa es muy bueno —dijo 3.2 mientras leía las líneas de programación.

—Si… cosecha propia.

—Si llego a saber que programas así, te ficho antes. Programa ejecutado y ocultando.

1.4 escribía rápidamente en la pantalla mientras dejaban hacer al programa. 3.2 lo iba analizando. La verdad es que la arquitectura era una obra de arte. Estaba optimizado al máximo, era rápido y eficiente. En el mar de datos era el equivalente a un pulpo: un cazador elegante que se camuflaba con el entorno. Pero en medio de la rutina de análisis se dio cuenta de que algo estaba fallando.

—¡1.4!, ¿qué es lo que me has pasado? ¿Me estás jodiendo?

—Lo siento tía… no tenía otra opción.

—¿Qué coño pasa? Esto está enviando datos a alguna parte… ¿Dónde?

—Lo siento. —La voz de 1.4 estaba llena de remordimiento. Estaba al borde del llanto—. Me ha contactado mientras hablábamos… ha amenazado con freírme si no le ayudaba.

—No… No me lo puedo creer… Helena, no me hagas esto. ¡Me has vendido!

—Lo siento. Lo siento. Lo siento…

—¡Deja de repetir eso como un loro!

Las lagrimas de Helena, refulgían con la luz blanquecina de las pantallas. Una persona atenta podría haber leído, reflejada en ellas, la última línea del chat de texto: «despídete de tu amiga». Acto seguido en el segundo asiento de la tercera fila se escuchó un chispazo. Las conexiones que unían al córtex cerebral de 3.2 con el procesador de datos empezaron a enviar programas asesinos. Estos se dedicaban a sobrecargar el propio modulo de conexión y todos los pequeños implantes que tenía en el cuerpo hasta hacerlos explotar. La muñeca estalló gracias al reloj-teléfono subdermal que llevaba implantado; su ojo derecho, que tenia implantada una cámara de video Nikkon de última generación, empezó a calentarse, fundiendo los pocos componentes orgánicos que le quedaban y abrasando toda la cuenca ocular; el estimulador del páncreas empezó a bombear insulina a su cuerpo; el comunicador de la mandíbula explotó fracturando el hueso; pero fue el modulo de conexión lo que la mató. Fundiéndole el cerebro. La mirada de su ahora único ojo quedó fija en el infinito.

Diez trabajadores habían dejado de trabajar y miraban a su compañera entre lagrimas y rostros de incredulidad. En el cuarto puesto de la primera fila Helena permanecía quieta: paralizada a la espera de que la policía la viniese a buscar.

 

___________________________________

Sígueme en facebook:

https://www.facebook.com/germendemundos/?fref=ts

 

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑